10 Muertes Que Marcaron 2008


Heath Ledger
(4 de abril de 1979 - 22 de enero de 2008)

En Enero tuvimos el obituario más sonado del año, el que llenó páginas de alabanzas a un actor con un inmenso talento y una corta carrera cinematográfica. Las especulaciones de suicidio fueron desmentidas y parece que su muerte por sobredosis de fármacos fue accidental. Nunca sabremos la verdad, como nunca sabremos hasta donde podría haber llegado este intérprete que nos dejó como legado el mejor Joker que se haya visto en pantalla.


Bobby Fischer (9 de marzo de 1943 - 17 de enero de 2008)



Pocos días antes que Ledger murió esta leyenda del ajedrez, Gran Maestro y campeón mundial entre los años 1972 y 1975. Se convirtió en campeón de Estados Unidos a la corta edad de 14 años y llegó al punto álgido de su carrera al vencer a Boris Spassky en la denominada “partida del siglo”, que fue vista como un encuentro político al situarse en plena Guerra fría. Bobby vencería después de 21 partidas y se convertería así en el primer (y único hasta el momento) campeón del mundo de ajedrez estadounidense. Vivió 64 años, el número de casillas que tiene un tablero de ajedrez.


Anthony Minghella (6 de enero de 1954 — 18 de marzo de 2008)



Más conocido por ser el oscarizado director de la multipremiada “El Paciente Inglés”, Anthony Minghella trabajó extensivamente en la television inglesa antes de dar el salto al cine. Fue el presidente del British Film Institute hasta el momento de su fallecimiento, y era un personaje querido y admirado por el cine inglés. Nos dejó a las 54 años cuando luchaba contra un cáncer de amígdalas.


Arthur C. Clarke (16 de diciembre de 1917 - 19 de marzo de 2008)



Clarke fue uno de los más importantes escritores de ciencia ficción del siglo XX, con obras como “Cita con Rama” o “2001: Una Odisea Espacial”, en la que se basaría la obra maestra de Stanley Kubrick. Además de escritor, científico y experto en radares para la Royal Air Force británica, promulgó las “Leyes de Clarke”, dejando para el recuerdo una de las más llamativas: “Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.”


Rafael Azcona (24 de octubre de 1926 - 24 de marzo de 2008)



Posiblemente el guionista español más influyente y conocido de todos, Rafael Azcona fue el responsable del libreto de algunas de las mejores películas de la historia de nuestro país. “Plácido”, “El Verdugo”, “La Escopeta Nacional”, “El Bosque Animado” o “Belle Époque” son sólo algunas de las que llevan su firma. Ganó seis premios Goya (uno de ellos honorífico) y se destacó siempre por retratar con humor y maestría la época en la que vivíamos.


Bo Diddley (30 de diciembre de 1928 - 2 de junio de 2008)



“El arquitecto del Rock & Roll” o “The Originator” fueron algunos de los apodos que se le dieron a uno de los músicos más providenciales para la formación y difusión del Rock & Roll. Su estilo basado principalmente en el ritmo más que la armonía (aunque influenciado por los grandes bluesman como Muddy Waters o John Lee Hooker) ha sido imitado en medio mundo; su voz, su extravagante aspecto y sus guitarras rectangulares marca de la casa le conviertieron en un músico popular y reverenciado por todos, desde Los Rolling Stones a Los Clash. Bo Diddley fue grande, y el tiempo lo hará más grande todavía.


Sydney Pollack (1 de julio de 1934 – 26 de mayo de 2008)



Fue un prolífico director, productor y actor estadounidense, autor de éxitos como “Tootsie”, “Tal Cómo Eramos”, “Memorias de África” o “La Tapadera”. Su carrera como productor fue incluso más extensa que como director, y como intérprete destacó en “Maridos y Mujeres” de Woody Allen o “Eyes Wide Shut” de Kubrick.


Isaac Hayes (20 de agosto de 1942 - 10 de agosto de 2008)



Uno de los más importantes músicos de Soul de su época, Isaac Hayes fue un explorador de nuevos sonidos, y nunca se conformó con un estilo. Esto fue lo que le hizo adentrarse en el rap cuando pocos lo hacían o inventar el “Soul sinfónico”. Primer músico afroamericano en ser premiado con un oscar de Hollywood por su canción para la película “Shaft”, Isaac Hayes siguió vinculado a la pantalla como la voz del personaje del Chef en la serie “South Park”.


Michael Crichton (23 de octubre de 1942 - 4 de noviembre de 2008)



Crichton fue uno de los escritores más aclamados del último cuarto del siglo XX, Michael Crichton ha visto la mayor parte de sus novelas convertidas al cine, ya sea de forma brillante (Parque Jurásico) o desastrosa (Twister). Fue además director y productor de cine, y la serie “Urgencias” es su creación. Si no has leído nada de Crichton, no pierdas el tiempo. “Devoradores de Cadáveres”, “Parque Jurásico” o “Presa” son joyas del entretenimiento literario que deberían ser disfrutadas por todos.


Paul Newman (26 de enero de 1925 - 26 de septiembre de 2008)


Se podría llenar un blog entero hablando sobre Paul Newman, pero es preferible ver “El Buscavidas”, “El Golpe” o “Dos Hombres y un Destino” y dejar que su maestría haga el resto. Se le echará de menos.


Estos fueron algunos de los más importantes personajes que nos dejaron en 2008. Hubo otros como Roy Scheider, Yves Saint-Laurent, Leopoldo Calvo Sotelo o Bettie Page. Nuestra memoria va con ellos.

¿Por qué todo el mundo debería ver The Wire?


The Wire (“La escucha”) es una serie relativamente desconocida para el gran público incluso en EEUU. No alcanza los niveles de audiencia de Lost, House, o Prison Break. Esto tiene sentido, teniendo en cuenta que no es una serie amable, dispara contra todos los estamentos sociales de la sociedad americana, no cuenta con actores conocidos y confía en la inteligencia del espectador ante todo. No es una serie fácil. Pero es una serie maravillosa.



The Wire es el retrato de una ciudad norteamericana a principios del siglo XXI. Esta ciudad es Baltimore, en el estado de Maryland, una de las urbes con mayor índice de criminalidad en los EEUU. En principio la trama gira entorno al tráfico de drogas en la ciudad por parte de la organización que comanda Avon Barksdale; y de un pequeño departamento de policía creado para la ocasión, que tendrá que valerse de escuchas telefónicas para atraparlo. Hasta aquí todo es normal, nada que no hayamos visto en cualquier serie del palo. ¿Qué hace a The Wire tan diferente?



Primero de todo, el tratamiento de la historia. Mientras que otras series nos acostumbran a esquemas clásicos de buenos y malos o policías y ladrones; en The Wire nada es absoluto. Los policías se equivocan a menudo, son alcohólicos, mujeriegos, trepas, le ponen los cuernos a su mujer o le parten la cara a un niño de 16 años porque se ponen nerviosos cuando están de servicio. Son humanos. Los gángsters tienen intensas relaciones de amistad, van a la universidad, tienen esposa e hijos, a veces les dan lecciones de nobleza a los policías y a veces les dan un tiro en la cabeza. Son humanos.



Cada temporada de The Wire se concentra en un estrato de Baltimore, desde la lucha contra el narcotráfico en la primera hasta el periodismo en la última, pasando por las clases políticas, la educación y los sindicatos. Ninguna de las cinco temporadas pierde en contenido ni adictividad, y es una de las pocas series en las que me resulta imposible decidir cual es la mejor temporada. Nunca baja el nivel. Algunos personajes o incluso líneas argumentales completas pueden desaparecer 10 episodios y volver luego sin que nada resulte forzado ni aleatorio. Todas las historias tienen sentido e interés, y los personajes merecen párrafo aparte.



The Wire es ante todo una serie que trata sobre las personas, y como tal, tiene algunos de los mejores personajes que se han visto en televisión: Omar, el Robin Hood moderno, es probablemente el favorito de la mayor parte de los que ven la serie por primera vez, puro carisma. Lester Freamon, un detective inteligente y de pocas palabras, que se gana un sobresueldo construyendo muebles en miniatura para casas de muñecas. Stringer Bell, la mano derecha del capo de la mafia, con una visión muy distinta de lo que debería ser el negocio de la droga. Mcnulty, el (teórico) protagonista, alcohólico y pendenciero, policía nato pegado a una petaca de Jameson. Podría seguir, y eso sólo en la primera temporada. A medida que avanza la serie muchos (muchísimos) personajes se incorporan, y tu preferido cambia con la facilidad que cambia de manos la heroína en Baltimore.



La música de la serie, aparte de excelente, tiene la particularidad de que siempre sale de una fuente dentro de la propia serie. Es decir, no habra música a no ser que alguien en la serie la esté escuchando (en el bar, en el coche, en los auriculares). Esto sirve para añadirle un nuevo plus de realismo (como si le hiciera falta), y nunca tenemos la sensación de que estamos viendo una absoluta ficción. Cabe decir que a esta sensación también ayuda que una buena parte de los actores que aparecen sean no profesionales y del propio Baltimore, incluso hay policías y políticos que se interpretan a sí mismos o a sus homólogos.



Es necesario ver The Wire en inglés, y no tendría sentido hacerlo de otra manera. El doblaje es nefasto, y las formas de hablar de todos los personajes, inherentes a su clase social o formación, es algo que merece la pena ser escuchado en versión original. Probablemente la mayor cantidad de diálogos brillantes que he escuchado en mi vida han sido en “The Wire”, especialmente cuando los mantienen los policías con los gángsters. Y esto no se da solamente en interrogatorios. Algunos se encuentran por la calle y charlan. Algunos comen juntos. Viven una misma realidad, un juego desde lados diferentes del tablero. Pero el mismo juego al fin y al cabo.



The Wire es necesaria para comprender mejor como funciona la sociedad estadounidense, las diferencias todavía existentes entre negros y blancos, el horrible y fascinante circo de la política, el mundo de la droga en toda su amplitud y sobre todo, para comprender que hoy en día la television ya no puede llamarse caja tonta.


Dentro de cincuenta años, se estudiará The Wire en la universidad como ahora se estudia El Padrino. Si estás leyendo esto, no deberías esperar tanto.

Radiografía: El cine de David Fincher

Ante el inminente estreno de “El curioso caso de Benjamin Button”, me apetece hablar hoy de uno de mis directores modernos favoritos, David Fincher.


Fincher, nacido en Denver en 1962, era (y es) un respetado director de videoclips, que rodó para Madonna, Aerosmith o Michael Jackson. Su primer encargo como director de una película fue, en 1992, “Alien 3” (“Alien al cubo”, en realidad), proyecto del que Fincher siempre ha renegado, declinando incluso a participar como comentarista en la edición especial de la tetralogía. Aparentemente, su trabajo fue continuamente boicoteado e interrumpido por los productores de la cinta, y Fincher se desentendió de la película antes de que comenzara el proceso de edición.


Alien 3 fue una digna tercera parte a una de las mejores películas de todos los tiempos, si bien no era una gran película. No podemos decir lo mismo del resto de sus trabajos:


Seven (1995): La que suele considerarse como ópera prima de David Fincher, es también uno de sus mayores éxitos y una de las películas más importantes de los 90. Tomando un género que tuvo su mayor auge en los 80 (el de los asesinos en serie) y pasándolo por un ojo moderno y diferente (el suyo), Fincher consiguió que nos angustiaramos durante 2 horas con una historia oscura y quasi-gore en ocasiones.



La cinta muestra a un detective joven e impulsivo (Brad Pitt) y un veterano a punto de retirarse (Morgan Freeman), que persiguen al asesino de los siete pecados capitales en una lluviosa Boston. Un sorprendente John Doe nos llevaba hasta un final que no se olvida fácilmente. Seven es una verdadera obra maestra, y piedra de toque para otras películas del género como “Saw”.


The Game (1997): La gran olvidada de la carrera del director. The Game es una obra original e intrigante, con un Michael Douglas más que digno y un Sean Penn genial (¿cuándo no?). La película cuenta la historia de un millonario aburrido, al que su hermano le regala un juego por su 48 cumpleaños que le llevará a vivir las situaciones de riesgo que antes echaba de menos en su vida. Y el juego no es GTA IV, aunque se le parezca de vez en cuando. The Game tiene intriga, acción, buenos giros de guión y un final sorprendente. Merece la pena.



El Club de la Lucha (1999): Gran icono del cine de final de siglo, El Club de la Lucha hace una sorprendente radiografía de la angustia de la vida moderna. A través del personaje de Tyler Durden y su club, la película entra de lleno en los miedos de nuestra sociedad, y nos lleva en un viaje de paranoia, violencia, terrorismo y catarsis. Basada en el libro de Chuck Palahniuk, pronto se convirtió en obra de culto y encumbró a Brad Pitt y Edward Norton, en el que probablemente es el mejor personaje de sus carreras.



La Habitación del Pánico (2002): No se considera lo suficiente esta claustrofóbica cinta, en la que Jodie Foster y su hija se encierran en una cámara de seguridad acorazada cuando unos ladrones entran a robar en su casa. Angustiosa y bien dirigida, Fincher rueda en un tono distinto al de sus anteriores trabajos, pero no consigue la misma reacción de público o crítica. Es cierto que no es una de sus mejores películas (posiblemente la peor junto con Alien 3), pero es una historia interesante y diferente, con un buen final y un buen Forest Whitaker.



Zodiac (2007): David Fincher decide retomar el tema de los asesinos en serie, pero esta vez desde una perspectiva completamente distinta. Zodiac nos habla del periodismo, la burocracia y el funcionamiento interno de las fuerzas del orden a través de la investigación para encontrar al asesino del zodíaco, que aterrorizó a San Francisco en los 70. Una película sólida, sin fisuras, interesante, imaginativa, una verdadera obra maestra dirigida en absoluto estado de gracia. Incluso en la elección del casting hay buena mano, con Jake Gyllenhall y Mark Ruffalo bordando sus papeles, y un Robert Downey Jr. que nos recordó una vez más su talento innato para la interpretación.


Parece que Zodiac no ha tenido la repercusión que merece, pero no puedo recordar la última vez que tuve la sensación de haber visto una película perfecta.


Y eso es todo hasta la fecha. Sólo seis películas que ya han convertido a su director en uno de los creadores más importantes de su generación. En breve se estrenará “El curioso caso de Benjamin Button” y veremos lo que David Fincher nos tiene preparado esta vez. Yo ya no puedo esperar.


Las 10 Mejores Portadas del Rock Español

El rock español nos ha dado unas cuantas alegrías desde que Leño o Barón Rojo empezaran a sacarse de la manga riffs legendarios. Pero lo que hoy nos ocupa no es la calidad musical de los discos, sino sus diseños de portada. Empecemos:


10 - Besos de Perro, de Marea (2002)



El disco que llevó a Marea al éxito tiene como portada esta imagen que resume bastante bien la temática del album y de la banda en general: callejero y con el corazón roto. Marea suele comportarse en las portadas, pero esta es la mejor.


9 - El espiritu del vino, de Héroes del Silencio (1993)



Una extraña y sugerente portada, que le viene como anillo al dedo al disco más experimental de los Héroes. Un diseño lejos de los que acompañaron a sus primeros discos, típica foto del grupo rallando en el horterismo heavy cañí.


8 - Palabras más, palabras menos, de Los Rodríguez (1996)



Esta carátula no es especialmente currada ni especialmente original, pero simplemente me encanta. La elección de los colores, o el simple dibujo, no se que será, pero describe el disco perfectamente.


7 – Cabrón, de La Cabra Mecánica (1999)



Quitando “Vestidos de Domingo”, la banda del Lichis siempre ha apostado por portadas de calidad. Cabrón se lleva el gato al agua: dibujo simple y efectivo, buen color.


6 - Policlínico Miserable, de Siniestro Total (1995)



El feísmo y la curiosidad que provoca esta bizarra imagen, la hacen auparse al número 5. Siempre supieron de portadas los Siniestro Total.


5 - Kagate Kid, de Manolo Kabezabolo (2008)



Los discos de Manolo Kabezabolo han tenido diseños de portada de lo más variopinto, desde el dibujo palo-servilleta-de-bar hasta el cutre fotomontaje. Pero la portada de Kagate Kid simplemente marca la diferencia sobre el resto. Y el título ni te cuento.


4 – Bésame, de Barricada (2002)



Rock puro en esta imagen, bien por los Barricada. Me pregunto si la boca es del Drogas, pero supongo que no, porque los dientes no harían honor a su nombre.


3 - La paja en el ojo ajeno, de A Palo Seko (2001)



Kim acepta dibujar a su más famoso personaje recibiendo un lefazo en el ojo, y “A Palo Seko” tienen una de las portadas más divertidas de la historia del rock español.


2 – Metalmorfosis, de Barón Rojo (1983)



Esta imagen está hecha de metal. Así de simple.


1 – Yo, minoría absoluta (2002)



Robe es un icono del rock español (¿EL icono del rock español?), y probablemente una de las pocas personas que podría aparecer en una portada así. Buscando el impacto sobre todas las cosas, Extremoduro consigue la mejor portada del Rock español. Una foto sencilla, un simple concepto, pero tremendamente poderosa.


¿Y tu qué dices? ¿Son éstas las 10 mejores, o se me escapó alguna grandiosa?